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miércoles, 17 de agosto de 2016

Las turborrotondas «no existen en el reglamento» y obligan a las autoescuelas de Vigo a adaptarse

«Con los cambios municipales, las glorietas se vuelven intersecciones y dejan obsoleta la enseñanza»

Desde que el Concello implantó el pasado año la primera turborrotonda en la Gran Vía, han sido varias más las que se han sumado a esta suerte de reforma vial. Las delimitaciones en las de la avenida de Europa con Samil, Coia, Castrelos con Portanet y junto al colegio del Amor de Dios en Navia han hecho que el método de enseñanza de la conducción en rotondas haya tenido que modificarse en las autoescuelas.

El presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas y director de la autoescuela Anxo, Alfonso Bastos, apunta que las turborrotondas «delimitan los carriles por los que se puede acceder a cada salida», lo que provoca que «se conviertan automáticamente en intersecciones».

De este modo, la normativa recogida en el Reglamento de Circulación respecto a rotondas pasa a no poder aplicarse a este nuevo diseño. Andrés Bugallo, director de la autoescuela Faro, indica que «enseñar a los alumnos el empleo de la turborrotonda es más sencillo que enseñar cómo circular por una glorieta estándar». Bugallo señala que «casos como el de la Gran Vía favorece la fluidez, porque una rotonda con dos únicas salidas no tenía sentido, pero en los demás se convierten en cruces con forma de rotonda».

El problema parece reducirse a una cuestión de concepto, explica Felipe Remón, profesor de la autoescuela Castelao. «El término turborrotonda como tal es incorrecto, no existe. En el reglamento no existe tal estructura y se interpreta como una simple intersección, no como una rotonda». Recalca que «al final, se trata de cruces con sentido giratorio».

César Pérez, director de la autoescuela De Luis, indica que «la construcción de las turborrotondas echa abajo la fluidez de tráfico que perseguían las rotondas tradicionales», que habitualmente se construían en cruces con múltiples direcciones para simplificar el proceso. Su opinión es que suelen provocar problemas «dado que los pequeños tramos de línea discontinua que sirven para abandonar la rotonda desde dentro son utilizados para cambiar de carril» al no existir ninguna especificación concreta en la normativa en este sentido. Las califica sin tapujos como «una involución, volver a lo que había antes».

José Giráldez, profesor de la autoescuela Doblada, afirma que las turborrotondas «introducen un fenómeno externo en la enseñanza». Para este docente, lo importante «es habituar desde el principio a los alumnos a diferenciar entre esta innovación en las intersecciones y las rotondas tradicionales, en las que las salidas siempre deben tomarse por el carril exterior».

José Luis Pazó, director de la autoescuela Pazó, resume la cuestión señalando que la introducción de las turborrotondas «envía señales confusas a los usuarios, pues combina estructuras y normas que no coinciden». Recalca que, en muchas ocasiones, «los conductores circulan por las turborrotondas como si lo hiciesen por una glorieta, utilizando el carril externo», y considera clave introducir formación al vial al respecto y aclarar los términos. Está de acuerdo con Bugallo en valorar positivamente la primera turborrotonda introducida, la de Gran Vía («sí es oportuna ya que resulta intuitiva»), pero no las que vinieron con posterioridad («generan confusión»).

Pazó duda de la reducción de siniestralidad registrada por el Concello desde la introducción de las turborrotondas. Cree posible que «al existir líneas continuas, la mayoría de accidentes acaben resolviéndose entre los conductores sin intervención de la policía, lo que provocaría que se escapasen de los datos oficiales».

Iria Cuadrado, profesora de la autoescuela Olívica, apunta que «la formación acerca de las turborrotondas debe dirigirse no solo a los alumnos de las autoescuelas si no a toda la población, ya que es un elemento desconocido». Para ella, el problema se encuentra en «introducir conceptos que no aparecen en el reglamento y no prevenir la formación necesaria para ello». «La formación es importante», zanja.


«Debe existir una señalización específica para que la gente sepa hacia dónde va»

Otro de los grandes problemas que identifican los profesores de autoescuelas respecto a las turborrotondas es el de su precaria señalización. Felipe Remón asegura que «están fatal señalizadas, con las marcas muy cerca y sin especificar si puedes o no realizar cambios de sentido». Refiriéndose en concreto a la de Castrelos con Portanet, señala que «el carril de la derecha está mal señalizado porque indica que se puede seguir de frente cuando realmente te obliga a salir hacia Portanet».

José Luis Pazó, por su parte, afirma que lo más importante en este caso es «que la gente sepa que existan, que haya una señalización específica para ellas para que todo el mundo pueda saber hacia dónde va cuando abandona la turborrotonda».

Andrés Bugallo es de la opinión de que se «necesita tiempo y una mejoría en la señalización», para lo que César Pérez sugiere ubicar las señales con las flechas blancas que indican la dirección con mayor antelación, «pese a que el reglamento indica que con 50 metros es suficiente».

También hace hincapié en que «el mantenimiento de las líneas continuas de las turborrotondas es fundamental», puesto que «que si las marcas se borran supondría un problema adicional».

Fuente: La Voz de Galicia

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