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domingo, 8 de junio de 2014

Sacarse el carné de no conducir

Google debería ser una sección fija de los periódicos, como Sucesos. Después de ponerle un motor a nuestro cerebro, le ha puesto un cerebro al motor de nuestro coche, que prescindirá del siempre engorroso conductor y será guiado mediante los misteriosos algoritmos del gigante estadounidense. Liberando al automóvil de su componente humana, se esfumará la carnicería de las carreteras. O por lo menos, podrá afirmarse literalmente que "a mi primo lo atropelló un Ferrari".

La anticuada documentación para pilotar coches será sustituida en la era Google por el carné de no conducir. Su exhaustiva tramitación garantizará que el pasajero en un vehículo autónomo se ha liberado de la ansiedad de entregar los mandos a un Deus ex machina. El examen de aptitud con validez general puede sustituirse por la voluntad explícita del coche, que decidirá a cada viaje si la persona está a la altura y puede acceder a su interior.

Nadie conduce un coche con aprensión ni se sube a un avión sin temor, pese a que el primer medio de transporte se cobra muchas más vidas humanas. La explicación comúnmente aportada cifra el miedo a volar en la entrega de la propia existencia a la voluntad de otros, los pilotos de cuyas intenciones lo desconocemos todo. De ahí la imperiosa necesidad de un carné de no conducir, que refrene nuestros instintos de tomar el control de la situación. 

El coche sin piloto solo funcionará si se despeja la carretera de todos los conductores humanos. Una sola persona al volante enloquecería los sofisticados mecanismos de Google. La rendición ha de ser absoluta. Una abdicación, si no fuera una palabra tan manoseada. A cambio, se puede no conducir borracho, al igual que se puede beber en un avión. O ver la televisión, si te atreves a hacerlo sin prevención.

Los utilitaristas del utilitario predicarán que el coche sin conductor facilita tareas rutinarias como transportarte al hipermercado, salvo que "Amazon" también ha previsto un dron que te lleva la compra a domicilio, por no hablar de su ingestión automatizada gracias a Deglution.com. Ganaremos tiempo para hacer más cosas, aunque nadie especifica qué cosas haremos cuando Google haga todas las cosas por nosotros, en una exhibición de capitalismo nihilista. Algunos no hemos venido al mundo a escribir mala poesía. Con los nuevos coches no seremos dueños de nuestro destino, literalmente. Ha empezado la guerra por tomar posesión de tu cerebro, y la estás perdiendo. (Opinión)

Matías Vallés. Profesor de universidad.

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